viernes, 15 de septiembre de 2017

Tierra de campos

Si en "El monarca de las sombras", el último libro de Javier Cercas, éste nos relata un viaje que hace al pueblo de Ibahernando, acompañado de su amigo y cineasta David Trueba para reconstruir la figura de su tío abuelo Manuel Mena, esta vez es David Trueba quien, también en su último libro, utiliza el recurso del automóvil para -mientras lleva el cuerpo de su padre a enterrar en un imaginario pueblo de Tierra de Campos- en perfectos flashbacks rememorar lo que fue el mundo de aquél y la construcción del suyo propio. Con unas humanas metonimias, un tono de humor socarrón, una impecable plasmación del oficio de cantante (el escritor ha comentado que, el hecho de que el protatonista fuera músico le iba mejor a la historia, porque son artistas que viven la calle, que están en permanente movimiento), una narrativa clara y contundente, un preciso empleo de los signos de puntuación, un imaginativo sistema para dar título a cada capítulo (se titulan con la primera frase con que comienzan), unas brillantes descripciones del mundo agrario (consigo visualizar el arado tirado por bueyes, la ausencia de teléfono, de agua corriente y de luz eléctrica, los pozos, los corrales para aliviarse, las cochiqueras pegadas a la casa, la tabla de lavar en el río, los carburos y los burros de carga), una ingeniosa inserción de la letra de las canciones en la sucesión narrativa y un correcto tono personal (en una proyección del autor, su personaje Dani Mosca, sin querer juzgar a su padre ni cuestionar su racanería, su prudencia, su sumisión, sus certezas, su miedo y su fatalismo, nos va perfilando la figura de su progenitor, con sus capacidades y los consejos que le dió, mientras desentraña para el lector cómo su huída del hogar dejó la enfermedad de su madre bajo la responsabilidad de su padre, la complicidad con los amigos, su vida amorosa y el derrumbe de todo lo que le sostenía), el novelista ha elaborado la obra más intimista y personal que le he leído. Con personalidad, de 8,5.