jueves, 17 de agosto de 2017

El jardín de la memoria

En el libro "Shangri-la. El elixir de la eterna juventud" de Fernando Sánchez Dragó que he leído hace unos días, el veterano escritor hace un gran elogio al libro "El jardín de la memoria" de Lea Vélez que, por lo inverosímil que me resulta, después de leerlo y releerlo, me permito reproducir aquí: "La enfermedad como tema y la lectura como terapia. Acabo de leer otro libro, excelente, que guarda relación con la salud. Es de Lea Vélez y se titula El jardín de la memoria. Se trata de una novela egográfica —mi género favorito— en la que la autora, hija de mi viejo amigo Carlos Vélez, evoca con buen pulso narrativo el calvario personal y familiar, transformado y trascendido por arte del amor en subida al Monte Carmelo, al que la condujo la enfermedad y muerte de su esposo a causa de un cáncer que resultó letal. Tenían dos hijos de corta edad —Michael y Richard— y un largo futuro por delante bruscamente interrumpido en su andadura. En las dos primeras páginas del relato, que es un álbum de hermosos y tristes recuerdos, una esquela sin orla fúnebre, un testimonio de amor, una denuncia de las carencias del sistema sanitario español y, por extraña que la definición resulte, un canto de vida y esperanza, se repite esta frase: «¡Hola! Me llamo Lea y mi marido se está muriendo». Y, en la última página, unas líneas de salutación y adiós: «Michael, este jardín es para ti. Richard, este jardín es para ti. Como eras muy pequeño, no tendrás más recuerdos de papá que los momentos que yo pueda regar en tu memoria. No se puede atrapar la frescura de una flor entre las páginas de un libro, sólo una sombra de su belleza. Por suerte, los escritores sí que podemos atrapar los sentimientos. Incluso el aire». El jardín de la memoria se suma al ya largo catálogo de la enfermedad convertida en fuente de inspiración literaria...". Por mi parte, sólo puedo decir que este libro que ha escrito Lea Vélez, documentando el dolor para luego contarlo (esta historia en manos de Rosa Montero o de Carmen Amoraga, por mencionar a dos novelistas que han tratado de un modo magistral el tema de la muerte de un ser querido en sus obras, habría gozado de más desarrollo y profundidad), recopilando recuerdos de infancia, retazos de aventuras, antiguas fotografías, memorias de los que se fueron e historias de lugares que evocan tiempos felices, me ha resultado bastante simple y de poca calidad. De 2.