domingo, 21 de mayo de 2017

Éramos mujeres jóvenes

Leo "Éramos mujeres jóvenes", el libro en el que Marta Sanz me propone una aproximación a los prejuicios y tabúes que rodean los usos amorosos del postfranquismo y la democracia. Con una mezcla entre ensayo, memoria personal y reportaje, la novelista se sirve de las vivencias de un grupo de mujeres -a las que ha entregado un cuestionario- para reflexionar acerca de sus experiencias, sus referentes culturales, sus deseos, sus descubrimientos y sus decepciones, integrando de modo notable en la narración, los resultados obtenidos. En esta reflexión acerca de lo inmutable y lo contingente, la escritora construye un lúcido autorretrato generacional, en el que percibo la conexión con sus libros anteriores (especialmente con "Daniela Astor y la caja negra") y su compromiso por desentrañar los preceptos culturales y políticos de la sociedad. Así, aunque soy un poco más joven que la novelista (la encuesta está dirigida a sus coétaneas nacidas en los 60) comparto con ella la negación del mito del débito conyugal (no hay que disfrazar la idea de que se folla sin ganas ya que nos podemos negar a hacer todo aquello que no nos apetezca hacer), la educación sexual represiva que recibimos, la idea de no educar a nuestros hijos con los valores que nos transmitieron nuestros padres (sino enseñándoles valores como el amor y el respeto sin tantos remilgos y diciéndoles que no busquen el sexo para sentirse queridos), las diferencias generacionales con nuestras madres a la hora de vivir el amor y el sexo, la idea del sexo como esparadrapo y medicina para la supervivencia, el asunto virginal como algo que se tenía que perder, la grima que nos da Cristiano Ronaldo con sus cejas depiladas, el poco atractivo que tenían los compañeros de clase, la falta de prejuicios con que practicamos el top less, la noción de que la ropa no es un reclamo sexual, la generosidad de las mujeres que a veces espeluzna, lo fundamental de las conquistas legales, la construcción de la medicina con un patrón androcéntrico y la necesidad de reivindicar la sexualidad madura deconstruyendo el mito de la menopausia. Esta inteligente obra, llena de referencias literarias, cinematográficas y filosóficas, me ha resultado brillante, de 9.