domingo, 21 de mayo de 2017

El viento de las horas

Leo "El viento de las horas", el nuevo libro de Ángeles Mastretta, donde a modos de diario, todos los íntimos relatos me transmiten algo. Así, con una bellísima prosa poética que invita a leer despacio en voz alta, saboreando cada frase y cada palabra, con el empleo de luminosas palabras del habla mexicana que ahora resultan hermosos arcaísmos para nosotros (por ejemplo: capelo, pluma fuente, platicar, necear, antier, un dejo, tambo, dizque, desayunador, restoranes, faramalla, changos, cuetes, descobijarse, tejocotes, cacahuates, atarantarse, molotes de tinga, balaceras, andar carrereada, machincuepas, palapa, jalar el agua, boruca, carne de puerco y achiote,...), con un acertado tono de nostalgia, con preguntas breves y respuestas largas que se entrelazan en el ir y el venir del pasado al presente, con una narrativa vibrante en el recuento de estampas infantiles y adolescentes, con hermosos juegos de palabras y sentencias bellísimas (por ejemplo, "La tontería no viene en gotero sino en caudales", "Bien nos perdonarán las horas"," El tiempo, ese juguete que nos juega, acorta los deseos", “Lo que en mi juventud significó ruptura ahora se suple con flexibilidad”,...), la autora mexicana (quien, como ella misma dice, es "intérprete de casualidades"), ha elaborado un libro poderoso y brillante. Pura literatura, de 9.