Leo "La hora de despertarnos juntos", la última obra del vizcaíno Kirmen Uribe, quien extrae el título de un bello verso de Ezra Pound. Tras un comienzo, donde en primera persona el escritor explica la génesis de la novela y cómo la vida de la familia Letamendi Urresti se desarrolló a su alrededor mientras crecía por las calles de la localidad de Ondarroa, echando una mirada hacia el pasado y rodeado de personajes e historias verídicas, el autor imagina y novela los pasajes y diálogos que aparecen en el libro, mientras enlaza -con maestría- los cuatro años de investigación que ha realizado sobre esta familia y esa época. Así, de la mano de los cuadros de Antonio de Gezala, siguiendo los pasos de la familia de Txomin Letamendi y con un lenguaje sencillo y contundente, me acerca a la función de propaganda que realizó el gobierno vasco en el exilio (que se extendió desde el departamento de Estado de los Estados Unidos hasta Washington pasando por Filadelfia y Nueva York), a la sede oficial de la delegación vasca en el número 30 de la Quinta Avenida, a la colaboración con los servicios de inteligencia británicos y los servicios secretos de EEUU, a la figura del lendakari José Antonio Aguirre, a la condena del régimen de Franco que hizo la ONU, a la organización clandestina que el PNV mantuvo en Madrid y sus intentos de expandirse en Barcelona, para culminar con la fundación de ETA en el año 1958 llevada a cabo por un sobrino del lendakari al escindirse del nacionalismo, sus primeros atentados, los primeros juicios y -cómo no- el proceso de Burgos. El autor refleja las transformaciones sociales y políticas desde los años 20 hasta la Guerra Civil y la segunda Guerra Mundial (ha tenido acceso a papeles de la CIA desclasificados en 2013), compensando -en las páginas finales- la poca sensibilidad con la que ha novelado dicha realidad, con su incisivo compromiso, cuestionándose la legalidad y la pasividad del pueblo vasco ante la espiral de violencia y muerte. Interesante, de 6,5.
