domingo, 16 de octubre de 2016

Un gran mundo

Leo "Un gran mundo", el libro que Álvaro Pombo escribe dando la voz a una de las sobrinas de tía Elvira (en la página 132 del epub dice "tomo partido ahora por entender mediante este relato, lo sucedido cuarenta años atrás") quien, manejando tanto las propias memorias de la tía, como las cartas del aguilucho (primo de la primera y nieto de la segunda) y las memorias de Ignacio Santoña, rememora los sentimientos y sucesos que recuerda sesenta años después. Este texto que la sobrina narradora califica en numerosas ocasiones (en la página 46 de epub señala que "tengo que confesar que este relato no es bienintencionado y no es ingenuo. No es tampoco, quizá, del todo inteligente", en la 99 "Este texto es insidioso" y en la página 145 "Es un relato de otro tiempo donde se espera que el lector vaya sacando ya sus conclusiones morales y donde, al final, se le reprochará que no acierte si no acierta. Es un solitario en el que yo me hago trampas a mí misma. No hay casi paisajes salvo el arduo paisaje de la finca, No hay esplín. No hay melancolía.") nos da una perspectiva de la transformación de las mujeres en la época de los años veinte acercándonos al encorsetamiento de la vida provinciana, mientras transita con una lírica flamboyante por las ideas de la inocencia, la muerte, la religión, el matrimonio y las infidelidades. Sin embargo, el carecer de argumento, el lenguaje turbio -en el límite de la pedantería- ( por ej. en la página 106 el autor dice: "De ahí que al charlar pasáramos revista una y otra vez como quien incesantemente configura y reconfigura una configuración que constantemente se diluye y desfigura pero que se mantiene, en su misma desfiguración, aún configurada, al ser hablada y contada y recontada"), el desarrollo profuso de ideas y etimologías (contiene muchas referencias a obras de Proust, Eliot, Camus, Sartre, Rilke, Wallace Stevens, Tillich y Nietzsche), la sustancia narrativa tan grave, el exceso en las argumentaciones, las reiteraciones de palabras en la misma frase y la forma de hablar tan petulante que atribuye a los veinteañeros protagonistas, hace que este libro me haya resultado de lectura densa y agotadora. De 6.