domingo, 23 de octubre de 2016

Sólo para tus ojos


Leo “Sólo para tus ojos”, el libro que J.J. Benítez elabora en el año en que cumple 70, recopilando “lo más granado de esos 44 años de pesquisas. No sé si son los casos más notables. Sé que me impactaron por alguna razón ", en un intento de que se trate de sucesos inéditos. Así, partiendo de un caso protagonizado por él mismo en Urdax (Navarra) en el año 1952 –cuando contaba con seis años de edad- relata 150 hechos de avistamiento de ovnis recorriendo toda la geografía mundial desde Japón a Zimbabwe, incluyendo el primer suceso español acaecido en el año 1910 en Tardienta (Huesca) donde un niño de 10 años de edad acompañado de su abuelo vio como una “cosa grande y roja” que a diez metros de ellos describía círculos sobre sus cabezas (también reseña el dato de que en España los vuelos de helicópteros comenzaron en el año 1922 –el primero duró tres minutos- siendo más regulares a partir del año 1954). Tampoco olvida el caso que motivó el que se dedicara a la investigación ovni cuando en Perú en el año 1974 y con una cita concertada mediante "escritura automática " o “psicografia” consigue ver dos objetos. Todos los episodios concluyen, además de con alguna fotografía de los testigos (hay mucha gente de campo pero también entrevista a policías, guardia civiles y alguna monja), con ilustraciones del escritor quien transcribe, los distintos avistamientos que le relatan las personas, con sus correspondientes comprobaciones y, en casos, haciendo uso de la técnica que el denomina “la nevera”, es decir, dejar pasar el tiempo y volver a preguntar al cabo de los años. Esta sucesión de casos, narrada sin ilación alguna, da gran libertad al escritor y le permite, además de acercar al lector a hechos que ya aparecen en sus obras anteriores (la llegada de los foo fighters o sondas no tripuladas enviadas –probablemente, según él- para explorar áreas de difícil acceso, las levitaciones de vehículos y personas o la presencia en la Tierra de cíclopes, hombres de más de dos metros, seres diminutos -que en opinión del autor podrían tener origen en mundos o dimensiones paralelas-, seres voladores, ummitas, centauros y seres acéfalos), expresar su opinión sobre los mismos. Así, a propósito de avistamientos producidos días y horas antes de un seísmo, me asombra su hipótesis: “Y voy más allá: ¿son los ocupantes de esos ovnis los encargados de recoger las almas de los que fallecen en los terremotos?” o, cuando al relatar un avistamiento en el año 1977 sobre la finca Cantora se pregunta si “ya conocían el trágico final del torero aunque faltaran siete años”, o cuando señala como "más que probable" el que la idea de la convocatoria del Concilio Vaticano II surgiera de la visita que Juan XXIII recibe de una criatura, cuando atribuye origen extraterrestre a la Esfinge de Egipto o cuando cuenta el caso de avistamiento que “preparan” para la reina Sofía en “El Pardo”. No niego el valor de recopilación de casos ovni que tiene esta obra, pero esta ingente reunión de episodios –de la que, hacia la página 500 he desconectado totalmente- me ha resultado larga y pesada. De 4.