domingo, 16 de octubre de 2016

Lo que el cuerpo sabe

Frente a la sensación que está suponiendo el libro "Me llamo Lucy Barton", leo otra novela de argumento similar, "Lo que el cuerpo sabe", donde el ensayista y escritor israelí David Grossman también enfrenta a una madre y a una hija que hace mucho que han dejado de hablarse, aunque en este caso, es la madre la que permanece postrada en la cama mientras la hija (ya adulta) le lee un libro que ha escrito para intentar entender a su progenitora, perdonarla y, a la vez, perdonarse. El escritor, con un conocimiento experto de los sentimientos de las mujeres, utiliza con dominio la cursiva para reflejar la realidad mientras que el tipo normal de letra lo reserva para la narración contenida en los escritos, dando unidad al texto narrativo al prescindir de los guiones en los diálogos, deleitándose en los detalles de las descripciones (consigna las muecas y los silencios así como los cambios físicos y psíquicos que van experimentando los personajes en las distintas escenas) y expresando con rotundidad –aprovechando un episodio de la vida de la madre- el cúmulo de celos y el odio de una hija hacia su madre, con un perfecto montaje de las tramas entremezcladas. Reflexivo, contundente, de 6.